La Nakba: 72 años de resiliencia palestina frente a la catástrofe
En 1882 el barón Edmond James de Rothschild organizó la primera inmigración masiva de judíos a Palestina. Así, se elevó el número de judíos de 8 mil a 24 mil y se instalaron numerosas colonias. Los palestinos, el pueblo originario que vivía en Palestina, empezó a percatarse de la llegada masiva o también denomina Aliyá y del establecimiento de numerosas colonias. Esta y las siguientes olas inmigratorias fueron promovidos por el Sionismo, movimiento fundado por el periodista austro-húngaro Theodor Herlz, que tenía como objetivo establecer un Estado judío en Palestina. El sionismo para promover este objetivo y pretender darle legitimidad se apoyó en la falaz idea de un “derecho histórico” basados en relatos bíblicos como el de un “pueblo elegido” y la “tierra prometida”.
Los historiadores y en general eruditos de la historia de la religión nos enseñan que la historicidad de la Torá o la Biblia es materia de debate por lo tanto la reivindicación de un “derecho histórico” no carece de validez y aceptabilidad como prueba histórica.
Los esfuerzos del sionismo de justificar su ideología no solo se basan en una interpretación de los libros sagrados. Desde 1948 y hasta la actualidad, Israel se esfuerza en encontrar muestras o huellas judías en Palestina a través excavaciones arqueológicas, y así poder terminar con las dudas sobre la narración judía sionista, pero todos los intentos han sido en vano al no existir un pasado real para poder construir sobre este presente y un futuro.
El historiador israelí Shlomo Sand ya afirmaba que “no existe una continuidad genética entre los judíos antiguos y modernos…. y que la nación judía engendrada por el sionismo es una fabricación total, una nacionalidad creada de la nada”. También, el reconocido y prestigioso arqueólogo israelí, Israel Finkelstein, en una entrevista para el diario The Jerusalem Post, puso en duda que existiese una conexión entre los judíos y Jerusalén, lo que contradecía la propaganda israelí que afirmaba que existían lazos históricos entre estos. Filkenstein declaró en la entrevista que ni un solo arqueólogo israelí ha encontrado huellas históricas y/o arqueológicas que apoyen la narración escrita de la Torá, ni siquiera sobre el éxodo judío en el Sinaí o la conquista de Canaán liderada por Josué Bin-Nun. Esto denota que no existe ningún testimonio arqueológico que apunte verdaderamente a la existencia del Templo de Salomón.
Theodor Herzl, en el primer Congreso Sionista en Basilea, Suiza, se encontró con una gran dificultad y con muchos judíos dudosos de poder llevar a cabo este proyecto. Lo que llevó a plantearse otras alternativas además de Palestina, como la región de la Patagonia Argentina o Uganda, entre otras. La duda por establecer un Estado judío en Palestina se resume en la famosa frase que posteriormente colonos judíos tras explorar Palestina enviaron como mensaje al liderazgo sionista: “La novia es hermosa, pero está casada con otro hombre". Es decir, Palestina estaba poblado por los palestinos. El Sionismo desde su inicio y hasta la actualidad pretendió instalar el recurrente eslogan que origino el estrecho colaborador de Theodor Herzl y propagandista del Sionismo, Israel Zangwill, afirmando que Palestina era: “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”.
Lo paradójico de esto es que Zangwill luego reconoció que Palestina estaba habitada, se
alejó del Herzl y en 1905 fundo la Organización territorial judía (JTO) cuyo principal objetivo era encontrar un territorio alternativo al de Palestina para la creación de una patria judía.
Esta irrefutable realidad conllevo al sionismo a proyectarse en base a la negación de la existencia del pueblo palestino y su posterior expulsión de la tierra. Es así como hoy 15 de mayo conmemoramos el 72 aniversario de la Nakba (La Catástrofe), el proceso de limpieza étnica de Palestina en el que entre los años 1947 y 1949 más de 750.000 palestinos fueron expulsados y convertidos en refugiados, más de 430 aldeas y ciudades palestinas fueron destruidos y borrados del mapa, alrededor de 15.000 palestinos fueron asesinados, entre ellos mujeres y niños por parte de los grupos terroristas judíos que posteriormente se convertirían en el actual ejército israelí.
El proyecto sionista logró su objetivo: usurpar casi la totalidad de un país aprovechándose de la hospitalidad de los ciudadanos palestinos, quienes se dieron cuenta tarde de la inmigración silenciosa judía a Palestina. Este objetivo en primera instancia no se hubiese logrado sin la ayuda del Reino Unido con la infame e ilegal Declaración de Balfour donde prometieron ayudar al movimiento sionista con la creación de un hogar judío en Palestina, y en segunda instancia al facilitamiento a este movimiento el armamento y la estructura del Mandato Británico sobre Palestina. El movimiento sionista se apropió de un país muy rico en recursos agrarios, industriales, con sus puertos, aeropuertos, carreteras y una estructura administrativa y gubernamental bastante consolidada desde el Imperio Otomano. Los inmigrantes judíos, en su mayoría europeos, se hicieron por tanto con un país próspero. Israel se forjó a base de fuerza y continuas masacres contra los habitantes originarios, para expulsarlos de su tierra y reemplazarlos por los nuevos judíos europeos. Los sueños de Napoleón Bonaparte y Winston Churchill llegaron a cumplirse, implantándose un Estado extraño (no árabe) dentro del corazón del mundo árabe.
La Resolución 181 de las Naciones Unidas de 1947, sobre la partición de Palestina, conllevó al establecimiento de este nuevo Estado de Israel sobre la gran parte del territorio palestino. A raíz de esto, la Asamblea General de las Naciones Unidas, emitió inmediatamente la Resolución 194 de 1948, que pide el derecho al retorno de todos los refugiados palestinos para regresar a su patria. Lamentablemente, esta resolución no ha sido cumplida hasta ahora por la negativa de Israel a cumplir los mandatos de la ley
internacional.
La situación caótica que sigue viviendo el pueblo palestino ha cuestionado el papel de las Naciones Unidas sobre su capacidad para preservar la seguridad y la paz mundial. Es muy importante señalar que la Carta Fundamental de la ONU no otorga a la Asamblea General o a cualquier otro órgano perteneciente a esta, la facultad de crear un estado nuevo ni la partición de un país. Por ello, la Resolución 181, contradice tanto la justicia de la ley internacional, como la Carta Fundamental de la ONU. Es más, la Organización de Naciones Unidas ofreció más territorio al sionismo de lo que el propio Mandato Británico prometió al Sionismo a través de la Declaración de Balfour en 1917, que solo se reducía a un “hogar nacional” para los judíos en Palestina. Esto es
completamente diferente a un Estado judío que implica la partición de Palestina.
Observamos claramente que la ONU violó el derecho de los habitantes palestinos en su mayoría, quienes tienen toda la legitimidad para consolidar su Estado de manera libre y soberana. Por ello, la partición de Palestina y el establecimiento del Estado de Israel nunca fueron ni legítimos ni legales. Además, los argumentos legales de los sionistas estaban basados en cuestiones bíblicas. La Resolución 181 habla de dos estados: judío y árabe palestino. El Estado Palestino no ha podido consolidarse como tal debido a la ocupación ilegal israelí, pues sus territorios les han sido y siguen siendo expropiados a la fuerza, a pesar de las decenas de resoluciones internacionales que exigen el fin de laocupación y la autodeterminación del pueblo palestino.
Desafortunadamente, la Nakba se ha convertido en un proceso continuo, pues 72 años después, el sionismo sigue ensañándose con el pueblo palestino. La entidad israelí sigue actuando como el eje del mal en Oriente Medio, burlándose totalmente de la Comunidad Internacional, violando reiteradamente los derechos humanos del pueblo palestino e incumpliendo la legislación internacional. Este ente, continúa robando y ocupando territorios, asesinando, coartando las libertades y derechos fundamentales y sembrando diferencias entre los países árabes, sin importarle absolutamente nada los miles de condenas internacionales.
Israel no siente vergüenza, no solo por robar las propiedades al pueblo palestino, sino también por apropiarse de su cultura, su gastronomía, sus costumbres, su identidad, etc. Pues, realmente no es más que un cóctel de colonos usurpadores que proceden de otras naciones y que van a Palestina a robar y ocupar el territorio que no les pertenece.
No tienen ni historia ni cultura y la crean a través de la expropiación de la nuestra. Se trata de un estado creado artificialmente a través de la usurpación, con un plan ambicioso de crear un estado judío desde el río Nilo hasta el Éufrates.
Finalmente, a pesar de los múltiples intentos de Israel por anular los esfuerzos de Palestina en su lucha para que Israel cumpla con el derecho internacional, Palestina sigue luchando y abogando por la justicia, la igualdad y la paz. Entre tanta desesperanza, esta conmemoración de la Nakba es acompañada por la reciente noticia de la decisión de la Fiscal de la Corte Penal Internacional Fatou Bensouda, en resolver que la Corte tiene jurisdicción sobre los Territorios Palestinos Ocupados para proceder a una investigación formal por los crímenes de guerra cometidos por Israel. La decisión de la Fiscal, muy bien argumentado en un extenso documento de 60 páginas y respaldado por una gran cantidad de amicus curiae presentados por diversos organizaciones y reconocidos especialistas del derecho internacional, abre las puertas para que finalmente el pueblo palestino vea una luz de esperanza en la búsqueda de justicia. Los Estados parte del estatuto de Roma tienen la obligación internacional de promover la investigación en aras de la búsqueda de justicia. Es hora de que la comunidad internacional tome sobre sus hombros la responsabilidad de terminar de una vez con los enclaves coloniales sobre el planeta, para que la paz sea un bien perdurable en todas las naciones del mundo y para que la justicia reine sobre todos los pueblos libres y soberanos. (Prensa: Embajada Palestina)
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