sábado, 4 de abril de 2020

CORONAVIRUS EN LA SELVA POSTERGADA

Hombres originarios de la zona del Cahuapanas, dirigiéndose hacia la frontera con Ecuador para coordinar acciones de cierre de fronteras ancestrales con poblaciones indígenas ecuatorianas.

Una breve aproximación de los reales problemas que representa el consumismo y productivismo en los territorios originarios de la amazonia y cómo el estado muestra su desdén hacia estas poblaciones en plena pandemia.

Patrick López Mesia(1)


No es fácil hacerle frente a un virus tan letal como el Covid – 19 cuando no sólo eres expuesto a un abandono estatal adrede, sino también sometido a un sin número de prácticas inquisidoras que buscan, directa o indirectamente, tu aniquilamiento y de tu sociedad. Decenas de nacionalidades amazónicas del Perú, se han visto cruelmente afectadas por casi medio siglo con la actividad extractiva de hidrocarburos y hoy les toca enfrentarse a esta pandemia mundial en condiciones precarias, inhumanas y en desventaja de supervivencia, con masas de agua y bosques contaminados, con leyes impulsadas por el “capitalismo verde” que criminalizan la agricultura ecológica pero le sonríe al latifundio con fines “productivistas”, a promesas de desarrollo que nunca llegan y a la inoperancia de gestiones regionales.

Con el decreto de asilamiento social para efectivizar la cuarentena nacional, el estado peruano desnudó su verdadero desdén hacia las poblaciones originarias de la amazonia peruana, se le otorga privilegios a la vida urbana y se continúa mezquinando “el desarrollo” a la vida indígena ¿cómo puede el estado asegurar salud plena a estas poblaciones si éstas no cuentan con servicios de saneamiento(2) y se les arrebata servicios médicos de calidad(3)?

A nivel mundial, son más que conocidos los devastadores derrames de petróleo crudo en toda la amazonia y los impactos negativos sobre ecosistemas tropicales y en la salud indígena; sin embargo, estos desastres han representado y representan una jugosa oportunidad de billete fácil para funcionarios de Petroperú(4), quienes en tiempo record fundan empresas que luego ganan millonaria licitación para actividades de remediación ambiental.

Por décadas, en el oriente peruano se han registrado protestas indígenas en diferentes cuencas amazónicas teniendo como única agenda o plataforma de lucha: la remediación ambiental de sus territorios, ejecución de obras de saneamiento (agua potable y alcantarillado), construcción de escuelas públicas dignas, compensación por contaminación(5), entre otros. Como se puede evidenciar, estas poblaciones tienen que recurrir a fuertes protestas para exigir las mismas condiciones con las que “goza” la vida urbana.

A raíz de estas justas manifestaciones de protesta, el estado ha venido formando por muchos años las dichosas mesas de diálogo intercultural en donde se han firmado innumerables actas de acuerdo entre el estado y líderes indígenas en las que siempre se han fijado la ejecución de obras públicas en zonas devastadas, pero hasta la fecha nada de ello se cumple. En síntesis, las poblaciones del interior de Loreto no cuentan con servicios básicos de saneamiento ¿Cómo podrán prevenir el contagio del Coronavirus, si la principal recomendación es lavarse las manos con agua y jabón?

Sería un tanto ridículo llegar a la conclusión que las poblaciones “originarias de la selva”, por vivir ya en aislamiento urbano no puedan adquirir este letal virus, recordemos que ellos desarrollan el mal llamado turismo sostenible sin ninguna medida de seguridad o seguimiento estatal y están expuestos a extranjeros, en su mayoría, de patrias europeas; sin embargo, el estado no se ha preocupado por ejecutar algún plan de prevención focalizado, lo que deja en evidencia una vez más que estas poblaciones continúan siendo víctimas del flagelo del olvido estatal.

Sumado a ello, la incoherente política de subsidio dinerario que no sólo ha priorizado a peruanos de pobreza y pobreza extrema que habitan las urbes, sino que también a extranjeros refugiados, olvidándose por enésima vez de las poblaciones indígenas brutalmente afectadas por la contaminación petrolera, con el pretexto de que el campo produce ¿Cientos de hectáreas afectadas con petróleo emulsionado aún sin remediar, podrían producir(6)?

En uno de los tantos mensajes emitidos por el Presidente de la República de Perú – Martín Vizcarra Cornejo, se anunció que 200 millones de soles serán transferidos hacia los diversos municipios provinciales y distritales del país para que éstos adquieran canastas solidarias y sean repartidas según criterio local; sin embargo, el estado por muchos años sostuvo que no contaba con presupuesto para ejecución inmediata de obras de saneamiento exigidas por las diferentes nacionalidades amazónicas, postergando así los sueños de una vida digna e igualitaria.

El actual marco normativo que regula la actividad forestal, resulta lesivo para el pequeño y mediano productor quien es criminalizado por desarrollar una agricultura ecológica en un espacio no mayor a 3 hectáreas para sustento alimenticio comunal, muchos agricultores fueron detenidos y hasta juzgados por delitos relacionados a la deforestación ¿el hombre de campo podría producir bajo esta amenaza? Pero el estado resulta complaciente con los empresarios Cacaoteros de “talla mundial” que han deforestado miles de hectáreas de bosque primario cuyas tierras han sido arrebatadas a cientos de pequeños agricultores(7). Bajo estas condiciones ¿El estado puede asegurar soberanía alimentaria para las comunidades de la amazonia? Evidentemente que no.

De lo malo lo bueno
La pandemia del Coronavirus está dejando varias lecciones a la vida urbana en Loreto, siendo los principales maestros las nacionalidades amazónicas, quienes pudieron dejar a un lado las diferencias ancestrales y lograron trabajar en común para asegurar el asilamiento total de sus territorios de la vida occidental, planes de acción en los que por supuesto no ha intervenido el estado peruano porque simple y llanamente, en estos espacios territoriales el estado administrativo se hace ausente. 

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Director del Semanario El Asunto.  Fotografía: Cristian Tamani

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